Un nuevo intento de SpaceX por llevar más lejos sus ambiciones espaciales terminó en otro revés técnico. La nave Starship, considerada por la compañía como el cohete más grande y potente jamás construido, no logró completar su novena misión de prueba, luego de que un fallo técnico ocasionara un “desmontaje rápido no programado”, expresión con la que SpaceX se refiere a explosiones en pleno vuelo. A pesar del resultado, Elon Musk y su equipo consideran que cada error permite mejorar el diseño del vehículo y planear futuros lanzamientos con mayor precisión.
El vuelo comenzó la tarde del 28 de mayo desde Starbase, la base espacial de SpaceX en el sur de Texas, cerca de la frontera con México. El despegue fue registrado a las 19:37 horas locales (23:30 GMT), y aunque inicialmente todo parecía avanzar según lo planeado, poco después de media hora comenzaron los problemas.
Dan Huot, portavoz de SpaceX, informó durante la transmisión oficial que la nave había comenzado a presentar fallas de presión en el tanque principal. Minutos más tarde, se confirmó la pérdida total de control de altitud y la imposibilidad de ejecutar maniobras clave, entre ellas la apertura de un compartimento para el lanzamiento de satélites simulados. El contacto con la nave se perdió aproximadamente a las 20:32, y se confirmó que su reentrada a la atmósfera terrestre ocurrió sin control, con dirección al Océano Índico.
La prueba, aunque fallida en su objetivo, forma parte de una serie de vuelos experimentales que buscan perfeccionar el Starship antes de que pueda ser utilizado en misiones más ambiciosas, como el viaje tripulado a Marte o el transporte de carga pesada a la Luna.
Starship’s ninth flight test marked a major milestone for reuse with the first flight-proven Super Heavy booster launching from Starbase, and once more returned Starship to space → https://t.co/Gufroc2kUz pic.twitter.com/RNJkj5OobP
— SpaceX (@SpaceX) May 28, 2025
Fallas técnicas y pérdida de control
El incidente se desarrolló en cuestión de minutos. Tras superar con éxito el despegue, el Starship comenzó a presentar filtraciones en su sistema de combustible. Esas fugas provocaron una pérdida de presión en el tanque principal, lo que desencadenó una cadena de fallas que culminaron en la pérdida de control de altitud. Esta función es esencial para que el cohete mantenga su orientación y pueda ejecutar maniobras durante el vuelo y su regreso a la Tierra.
Además del fallo en los tanques, el sistema que permitiría lanzar satélites simulados no funcionó correctamente: una compuerta del fuselaje no logró abrirse, impidiendo esa parte de la prueba. Desde tierra, se observó que la nave comenzó a girar sin control y finalmente descendió hacia la atmósfera sin posibilidad de estabilización.
El “desmontaje rápido no programado” se produjo durante esta fase crítica, cuando el Starship ya no respondía a los sistemas automáticos de navegación. Aunque no se trató de una explosión en el sentido estricto, sí fue una desintegración progresiva causada por las condiciones de reingreso, lo que terminó con la misión antes de lo previsto.
Pese a este nuevo revés, la compañía asegura que estos vuelos son indispensables para identificar puntos de mejora en el diseño de sus cohetes. “Cada prueba fallida nos permite aprender más”, señalaron desde SpaceX a través de su cuenta oficial en X.
SpaceX no detiene sus planes
A pesar del fallo en esta novena prueba, SpaceX insiste en que el programa de pruebas de Starship avanza. Elon Musk, fundador y director de la compañía, declaró que este vuelo representó una “gran mejora respecto al último intento”, al destacar que en pruebas anteriores la nave explotó en las fases iniciales del lanzamiento.
Elon Musk también explicó que la falla técnica de esta misión se debió a escapes de combustible que provocaron la pérdida de presión en uno de los tanques más importantes de la nave. Esta condición afectó la estabilidad de todo el sistema de vuelo y fue la causa principal del fallo.
En su mensaje posterior al vuelo, Musk confirmó que SpaceX lanzará al menos tres pruebas más del Starship en los próximos meses, y que estas estarán menos espaciadas en el calendario. El objetivo es tener un nuevo vuelo cada tres o cuatro semanas, lo que implicará una aceleración importante en el programa de desarrollo.
SpaceX ha realizado importantes inversiones para convertir al Starship en su nave insignia. El cohete está diseñado para transportar tanto personas como grandes cargas al espacio, y representa un componente clave en los planes de colonización de Marte, una de las metas de largo plazo del magnate tecnológico.
En sus dos pruebas anteriores, el Starship había experimentado explosiones en su parte superior, dejando restos en el Golfo de México y en el Caribe. Aunque este último vuelo tampoco concluyó con éxito, superó al menos las etapas iniciales del despegue y alcanzó mayor altitud antes de fallar. Para SpaceX, cada vuelo representa una base sobre la cual construir una versión más sólida del cohete.
El futuro del Starship
La empresa no planea detener su desarrollo. Con cada prueba, SpaceX recopila información crucial sobre la capacidad de su nave para soportar las exigencias del espacio y realizar vuelos prolongados. Aunque las críticas por los constantes fallos no se han hecho esperar, la compañía insiste en que este tipo de errores son parte del proceso normal de innovación en la industria aeroespacial.
Uno de los elementos que más llama la atención del Starship es su tamaño. Se trata del cohete más grande jamás construido, con una altura superior a los 120 metros si se considera tanto la nave como su propulsor, conocido como “Super Heavy”. Su capacidad de carga y reusabilidad lo convierten en una pieza clave no solo para SpaceX, sino para toda la industria espacial.
La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) tiene acuerdos vigentes con la empresa de Musk para usar el Starship en futuras misiones, incluyendo el programa Artemis, que busca llevar astronautas nuevamente a la Luna. Sin embargo, para que eso ocurra, la nave debe cumplir con rigurosos estándares de seguridad y fiabilidad, lo cual todavía está en desarrollo.
Mientras tanto, Starbase, la base de lanzamiento de SpaceX en Texas, continúa realizando ajustes y mejoras para facilitar pruebas más frecuentes y seguras. El aprendizaje constante a partir de cada vuelo es la base de esta estrategia, y Musk ha asegurado que no se detendrán hasta que el Starship sea totalmente operativo.
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