Aunque la muerte de fauna silvestre ha sido confirmada en el arroyo La Talaverna tras un derrame químico originado en instalaciones de la empresa Ternium, las autoridades de Nuevo León aseguran que el incidente no representa un riesgo significativo para la salud humana. Esta postura ha sido recibida con escepticismo por parte de la ciudadanía y de organizaciones ecologistas, quienes advierten que los efectos de la contaminación podrían ser más graves de lo que el Estado admite.
La empresa acerera ya reconoció su responsabilidad en el derrame ocurrido el pasado 18 de abril, pero hasta ahora no se ha definido una sanción económica, ni se ha informado sobre un plan sólido de recuperación ambiental. Mientras tanto, los trabajos de limpieza continúan, sin que haya concluido el monitoreo sobre la magnitud de los daños.
El hecho ha generado indignación entre habitantes de la zona y colectivos ambientales, que exigen una respuesta firme del gobierno ante lo que consideran una muestra de debilidad institucional frente a las grandes empresas.
Muertes de fauna contradicen al Estado
Una de las señales más contundentes del daño ambiental ha sido la aparición de tortugas muertas en el cauce del arroyo. Estos hallazgos han sido documentados por ciudadanos y medios locales, y muestran una clara afectación al ecosistema del lugar. A pesar de ello, el secretario de Medio Ambiente estatal, Alfonso Martínez Muñoz, declaró que los químicos derramados —incluidos ácido clorhídrico, agua ácida y cloro ferroso— no suponen peligro alguno mientras no haya contacto directo con piel o mucosas.
Según el funcionario, el hecho de tratarse de un espacio abierto reduce considerablemente el riesgo para la población. Sin embargo, el impacto sobre la fauna sugiere que los efectos contaminantes están más extendidos de lo que se ha querido reconocer oficialmente. Expertos advierten que, aunque el contacto humano con estos químicos haya sido limitado, los daños a la biodiversidad pueden ser severos y prolongados si no se actúa con rapidez.
Hasta ahora no se ha informado si otras especies —como peces, ranas o insectos— también han sido afectadas, ni si existen reportes de alteraciones en la calidad del agua o en los suelos aledaños.
Informes incompletos y sanciones pendientes
La administración estatal ha solicitado a Ternium un informe técnico que deberá entregarse el 6 de mayo. En él, se espera que la empresa exponga la causa raíz del incidente, las medidas tomadas para evitar futuras fugas, el alcance de la contaminación, el número de trabajadores involucrados en la limpieza y los resultados preliminares de las acciones correctivas.
Según Alfonso Martínez, la Secretaría ha realizado visitas de verificación y ha tomado muestras propias para contrastar la información que entregue la siderúrgica. Sin embargo, hasta ahora no se ha presentado ningún dato oficial que permita a la ciudadanía evaluar la gravedad real del incidente.
Tampoco se ha definido una sanción económica para la empresa, a pesar del evidente daño ecológico. Martínez reconoció que el monto de la multa sigue en análisis, sin ofrecer un calendario o estimación concreta. Esta falta de claridad ha alimentado la percepción de impunidad y favoritismo hacia una empresa que, por su tamaño e influencia, parece estar por encima del escrutinio público.
Cuestionan pasividad del gobierno estatal frente a Caso Talaverna
La respuesta oficial al derrame ha sido calificada por diversos sectores como tibia. A pesar de que el incidente ocurrió hace más de dos semanas, el gobierno de Nuevo León no ha impulsado una estrategia integral de reparación del daño ambiental ni ha establecido compromisos públicos claros con la empresa responsable.
En un contexto donde los temas ambientales han adquirido mayor visibilidad y donde los ciudadanos exigen mayor responsabilidad por parte de las industrias, la falta de acciones contundentes por parte del gobernador Samuel García y su gabinete genera molestia y desconfianza.
Organizaciones civiles han denunciado que el manejo del caso refleja una política ambiental débil, donde el interés empresarial se impone al derecho de los ciudadanos a vivir en un entorno sano. También señalan que, aunque el incidente fue provocado por una falla operativa de Ternium, la gestión del gobierno para garantizar transparencia y rendición de cuentas ha sido ineficiente.
La preocupación se intensifica ante el hecho de que las recientes lluvias pudieron dispersar aún más las sustancias químicas en el ecosistema, lo que haría más difícil controlar sus efectos y seguir su rastro.
Por ahora, la comunidad espera que el informe del 6 de mayo aporte claridad, aunque muchos dudan de su imparcialidad. Lo que está en juego no es solo la salud del arroyo La Talaverna, sino la credibilidad del gobierno estatal para enfrentar desastres ambientales y sancionar a los responsables, sin importar su poder económico.
Array