Mariana Rodríguez ha generado polémica por sus recientes críticas hacia la pintura en bardas de colonias populares. Sin embargo, mientras condena actos ajenos, la administración de su esposo, Samuel García, el gobernador de Nuevo León, ha desplegado una campaña visual masiva con el color naranja de Movimiento Ciudadano. Uniformes, camiones y apoyos sociales llevan la marca partidista en todo el estado.
Mariana Rodríguez Critica, Pero La Propaganda No Para
La controversia inició cuando Mariana Rodríguez, titular de Amar a Nuevo León, condenó públicamente el uso de colores partidistas en viviendas de colonias. En sus declaraciones, acusó a otros partidos de hacer uso indebido del espacio público con fines proselitistas.
Sin embargo, esta postura generó una ola de críticas en redes sociales. Diversos sectores de la ciudadanía y medios locales señalaron la incongruencia de su postura, destacando que, desde el inicio del gobierno estatal actual, el color naranja ha sido protagonista en escuelas, bardas, mochilas, uniformes, tarjetas sociales y camiones del sistema de transporte público.
La reacción fue inmediata: mientras Mariana Rodríguez señalaba la pintura de colonias ajenas, su administración ha cubierto todo el estado con propaganda simbólica del partido Movimiento Ciudadano. Para muchos, esto representa una contradicción evidente entre discurso y práctica institucional.

Escuelas, Niños Y Transporte Como Lienzos Naranjas
Uno de los puntos más señalados por la ciudadanía es el uso de espacios escolares para la difusión indirecta de símbolos partidistas. Uniformes, mochilas, tenis y hasta bardas de planteles educativos han sido teñidos de naranja. Incluso las tarjetas de programas sociales como “Apoyo Escolar” o “Tarjeta Regia” llevan ese mismo color.
Este despliegue ha generado una percepción generalizada de propaganda disfrazada de política social. Críticos han señalado que el color institucional ha dejado de ser neutro para convertirse en una herramienta de posicionamiento político. Y lo más preocupante para muchos: involucra recursos públicos y, en algunos casos, a niñas y niños como portadores de esta imagen.
La narrativa se repite también en el transporte. Camiones de rutas estatales y unidades recién integradas a los sistemas de movilidad lucen envolventes naranjas, sin logotipos oficiales claros, pero con una identidad visual que remite directamente a Movimiento Ciudadano.
Doble Moral Y Gasto En Publicidad Bajo La Lupa Pública
Mientras Mariana Rodríguez denuncia colores partidistas en bardas de colonias populares, se estima que el gasto en comunicación social del actual gobierno de Nuevo León ha superado los cientos de millones de pesos. La crítica ciudadana apunta a que estos recursos han sido utilizados más para reforzar la imagen del partido que para comunicar políticas públicas reales.
Analistas locales y colectivos cívicos han exigido mayor transparencia en estos contratos de publicidad. Algunos incluso cuestionan si ciertas campañas institucionales —como las del DIF estatal o Amar a Nuevo León— cumplen realmente con criterios de interés público o si se enfocan más en proyectar la imagen de Mariana Rodríguez.
La incongruencia entre el discurso de legalidad y la práctica institucional es el tema central de las críticas. Para muchos, la llamada “doble moral naranja” refleja una estrategia comunicacional donde el poder acusa selectivamente mientras protege su propia propaganda.
¿Legalidad O Simulación? Ciudadanía Cuestiona Estrategia Visual
La controversia desatada por Mariana Rodríguez no solo refleja un episodio aislado. Se inscribe en una discusión más amplia sobre el uso de símbolos partidistas desde el poder. Para distintos analistas, el uso del color naranja en programas sociales, transporte y espacios públicos compromete la neutralidad del gobierno.
El artículo 134 de la Constitución establece que los recursos públicos deben usarse con imparcialidad, sin influir en la equidad de la competencia entre partidos. Aunque técnicamente no se están utilizando logotipos ni nombres explícitos, la asociación simbólica entre el color naranja y Movimiento Ciudadano ha sido ampliamente reconocida por la opinión pública.
Además, la reacción ante los reclamos ha sido desigual. Mientras se condena el color de una barda pintada en la colonia Independencia, se ignora que prácticamente todo el estado ha sido decorado con la identidad cromática del partido en el poder.
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