El gobernador de Nuevo León, Samuel García, vetó la reforma aprobada por el Congreso que establecía tarifas preferenciales en el transporte público para estudiantes, mujeres, adultos mayores y personas con discapacidad.
El argumento oficial fue la falta de recursos financieros, aunque la decisión ha generado inconformidad entre los sectores que esperaban un alivio económico ante los constantes aumentos en el costo del pasaje.
Tarifas Preferenciales Buscaban Apoyar A Grupos Vulnerables
La iniciativa de tarifas preferenciales había sido aprobada por unanimidad en el Congreso local y contemplaba descuentos de hasta un 30 % en el transporte urbano, Metro y transmetro.
El objetivo era garantizar la accesibilidad a los sectores más afectados por la inflación y los altos costos del servicio público.
El veto de Samuel García frena temporalmente su aplicación y mantiene las tarifas actuales, que superan los 15 pesos por viaje en algunas rutas. La medida pretendía aliviar los gastos de transporte de miles de familias que dependen diariamente del sistema público.
En un estado donde los aumentos al pasaje se han convertido en una constante, el rechazo a esta reforma fue recibido como un retroceso en materia de movilidad y equidad social.

Samuel García Argumenta Falta De Presupuesto Para Tarifas Preferenciales
En su justificación, el Ejecutivo estatal argumentó que las tarifas preferenciales pondrían en riesgo el equilibrio financiero del sistema de transporte.
Según el documento de veto, aplicar descuentos sin un subsidio estatal definido generaría pérdidas a los concesionarios y afectaría la operación de los servicios urbanos y del Metro.
Sin embargo, especialistas en movilidad cuestionan esta postura, al considerar que el gobierno podría haber reasignado recursos de áreas menos prioritarias, como campañas publicitarias o eventos, para financiar la medida.
La crítica también se centra en la incongruencia del discurso del gobernador, quien ha promovido una imagen de cercanía con la ciudadanía, pero evita respaldar políticas que representen beneficios sociales directos.
El Impacto Social Del Rechazo A Las Tarifas Preferenciales
La decisión de vetar las tarifas preferenciales ha generado descontento entre los usuarios del transporte público, especialmente en sectores estudiantiles y de adultos mayores.
El incremento del pasaje en los últimos años ha afectado la economía familiar, y el descuento aprobado por el Congreso representaba un respiro ante el encarecimiento del transporte.
Organizaciones ciudadanas recordaron que en campañas anteriores, Samuel García prometió mejorar la movilidad y garantizar un transporte accesible y digno. Sin embargo, sus acciones recientes apuntan hacia lo contrario: incrementos, obras inconclusas y falta de apoyos reales.
El veto deja en evidencia una brecha entre el discurso de modernización y las políticas efectivas que incidan en la calidad de vida de la población.
Congreso Podría Reconsiderar Las Tarifas Preferenciales
De acuerdo con los procedimientos legislativos, el Congreso estatal puede revertir el veto del gobernador con una mayoría calificada.
Aunque no se ha confirmado si se buscará esta vía, varios sectores sociales han solicitado que se insista en la aprobación de las tarifas preferenciales para proteger a quienes más dependen del transporte público.
El debate, más allá de lo técnico, refleja una pugna política entre el Ejecutivo y el Legislativo sobre quién define las políticas sociales de movilidad en Nuevo León.
Mientras tanto, los usuarios siguen esperando soluciones concretas a un problema que afecta su economía y su acceso a la ciudad.

Tarifas Preferenciales Y La Contradicción Del Discurso Oficial
El veto a las tarifas preferenciales también alimenta el cuestionamiento sobre las prioridades del actual gobierno estatal.
Mientras Samuel García proyecta una imagen de eficiencia y transparencia, las decisiones relacionadas con el transporte revelan una falta de empatía hacia las necesidades de los ciudadanos.
El gobernador ha insistido en que su administración trabaja por un sistema moderno, pero la realidad muestra rutas saturadas, largas esperas y costos cada vez más altos.
El rechazo a esta política social representa no solo una pérdida económica para los usuarios, sino también una oportunidad desperdiciada de demostrar compromiso con la inclusión y el bienestar público.






